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Rodrigo y Sibelius marcan un programa con vocación de homenaje

Miloš Karadaglić interpreta el ‘Concierto de Aranjuez’ a la batuta de Lorenzo Viotti

La cuerda sigue siendo protagonista en la temporada en curso de la Sinfónica de Tenerife, aunque en el programa del viernes 15 de mayo no tendrá al violín como su principal valedor, sino el pulso de la guitarra clásica. El Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, una de las obras más conocidas del siglo XX, enaltece un repertorio  con vocación de homenaje: a esta pieza en el 75 aniversario de su estreno y al compositor finlandés Jean Sibelius con motivo de los 150 años de su nacimiento.

En el concierto destaca la presencia, con derecho propio, de Lorenzo Viotti (Lausana, 1990) en el podio, como resultado de haber conquistado el XI Concurso Internacional de Dirección de Orquesta de Cadaqués en diciembre de 2013, y Miloš Karadaglić (Montenegro, 1983), considerado uno de los más virtuosos intérpretes de la guitarra mundial y convertido en superventas gracias al respaldo que le ha proporcionado Deutsche Grammophon desde 2010. Podremos verlos juntos en acción y con la Sinfónica en Auditorio de Tenerife Adán Martín con un programa perfectamente diseñado con obras imprescindibles de Ravel, Rodrigo y Sibelius.

En la primera parte, la Pavana para una infanta difunta, versión para orquesta, de Maurice Ravel (1875-1937), compositor que siempre ha exigido una batuta capaz de revelar la idea musical sin excesos ni sobrecargas, diversificando los colores de la orquesta, con técnica suiza y sensualidad española, destacando los matices individuales de cada instrumento.

Convertida en una de las composiciones más populares del compositor francés, la escribió en 1899 para la princesa Edmond de Polignac. Fue concebida primero para piano, cuya primera audición pública la realizó Ricardo Viñes en 1902, y orquestada en 1910 por el propio Ravel, quien se mostró muy severo con la partitura de colores apagados y elegante sencillez. La melancolía, ternura y gravedad de esta obra conducen a un clima de ensoñación dibujado por una instrumentación de una fascinante transparencia.

Después de Ravel, el programa continúa con el evocador y neoclásico Concierto de Aranjuez, para guitarra y orquesta, de Joaquín Rodrigo (1901-1999), una partitura que domina el talentoso instrumentista montenegrino Miloš Karadaglić, con una gran capacidad de transitar por ese entramado pasajes virtuosos y escalas tan necesario para adentrarse en su fantasía rítmica.

La fantasía temática, la sutil orquestación y la belleza de su melodía conceden a la partitura del maestro español un sentido radicalmente progresivo y al tiempo una evocación de melodías nacionalistas. El propio Karadaglić reconoce que interpretar esta magna obra para guitarra ha supuesto un antes y un después en su trayectoria como concertista y como músico superventas, ya que su última grabación con la casa Deutsche Grammophon –con la que tiene contrato desde 2010– lleva por título Aranjuez (DG) y es un homenaje a Rodrigo y Falla.

De Jean Sibelius (1865-1943) es la composición que ocupa la segunda parte del programa, la Sinfonía número 2, en re mayor (opus 43), probablemente la más universalmente conocida de las siete que escribió. Compuesta después de Finlandia, cierra un periodo creativo muy fecundo, el llamado “romanticismo nacionalista”, al que rechazó manifiestamente en partituras posteriores.

La brevedad de sus temas, el interesante relieve de timbres y su gran brillo instrumental construyen una sinfonía que alcanzó gran éxito desde su estreno y llegó a ser considerada la expresión musical nacionalista contra el opresor ruso.

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