“¡Oh hombre, atento!”. Contrastes, confrontaciones y catarsis en el camino mahleriano hacia Dios, a través de la naturaleza. Un mensaje grandilocuente y trascendental, con un primer movimiento de centelleante clímax y un último de sentida elevación y raíces wagnerianas. “Mi hora llegará” se repetía Mahler como un mantra… ¡y la nuestra con él! “El arte de nuestro tiempo en su forma más profunda y sagrada”, dijo Thomas Mann.
En colaboración con la Escuela de Actores de Canarias
Mendelssohn mirando hacia Shakespeare, ¡oh, maravilla!, en una música que le acompañó durante prácticamente toda su vida. Música incidental para una obra que aún conserva mucho de teatro y en la que, entre sueños y fantasía, escucharemos los rebuznos del burro, nocturnos para amantes, la famosísima Marcha nupcial o la magia de las flores en manos de Puck y Oberon… finalmente, ¡triunfará el amor!
Los mimbres de Bach llevados al Romanticismo por la batuta que en parte le devolvió a la vida: Felix Mendelssohn. Elijah es un poderoso drama que mira más allá de lo sacro, cargado de expresión, fuerza y color, con momentos sublimes a capela, arias arrebatadoras y coros de extraordinaria inspiración, que supusieron el último gran éxito del compositor antes de fallecer al año siguiente de su estreno.
El Oratorio de Navidad es uno de los mejores ejemplos de parodia (reelaboración de obras anteriores) que la música ha dado. Con varias cantatas anteriores en su génesis, Bach erige una cima de la liturgia protestante, de inmaculada cohesión y arrolladora fuerza religiosa, donde nos es narrado desde el nacimiento de Jesús hasta la adoración de los Reyes Magos, con sublimes momentos de reflexión, recogimiento y vibrante júbilo.
