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Øystein Baadsvik, más allá de las “barreras técnicas”

19/04/2015

Rubén Gimeno dirige esta semana a la Sinfónica de Tenerife con obras de Respighi, Vaughan Williams y Chaikovski

La intensa actividad de la Sinfónica continúa ocupando el Auditorio de Tenerife Adán Martín con vida musical. En el ecuador de la temporada 2014-2015, se verá incrementada por un concierto lleno de atractivos tanto para melómanos como para iniciados, en el que destaca la presencia del tubista Øystein Baadsvik (Trondheim, Noruega, 1966), convertido en máximo referente actual del instrumento, con un virtuosismo que le permite “tocar la tuba sin ningún tipo de barreras técnicas”.

gimeno-rubén_80537Bajo la batuta de Rubén Gimeno (Valencia, 1972), director titular de la Orquesta Sinfónica del Vallés, la formación dependiente del Cabildo interpretará el próximo viernes 24 de abril un programa compuesto por Gli uccelli (Los pájaros), suite para pequeña orquesta de Ottorino Respighi (1879-1936), el Concierto en fa menor para tuba baja y orquesta de Ralph Vaughan Williams (1872-1958) y la Sinfonía número 4, en fa menor (opus 36) de Piotr Ilyich Chaikovski (1840-1893).

La presencia de Øystein Baadsvik responde a la lectura que el director titular de la Sinfónica de Tenerife Michał Nesterowicz (Wroclaw, 1974) quiere hacer de los diferentes repertorios y solistas que conforman la programación estable de conciertos. “El nivel de los músicos que están invitados por la orquesta es incuestionable. Siempre trato de encontrar el mejor músico posible. Pero no solo elijo el nombre. ¿En el paquete de qué obra? Se trata de un nombre que puede presentarnos su mejor cara, su mejor actitud en función de lo que vaya a interpretar. Esto es lo que me interesa cuando construyo la temporada”.

A Øystein Baadsvik, mundialmente reconocido como solista, músico de cámara y artista discográfico, lo conoció hace más de una década, en el inicio de su carrera en el podio, con motivo de un concierto que compartieron en Polonia. “Él toca la tuba como nosotros tocamos el violín. Es fenomenal, fantástico. Recuerdo que en 2004 me dije a mí mismo: ‘Es increíble lo que este señor hace con este instrumento, me gustaría saber si él es excepcional o hay más solistas de tuba que hacen lo mismo’. Después de casi 13 años no he encontrado a nadie que toque la tuba de una manera tan fantástica como él. Estoy muy feliz de que finalmente venga a nuestra temporada”, sostiene Nesterowicz, quien considera que este concierto puede ser insólito.

Consciente de que no es un tipo de solista habitual en las salas de conciertos, el director titular de la Sinfónica de Tenerife defiende cada vez más la presencia de instrumentistas no dedicados solo al piano o al violín.  “Cada uno de ellos trae un repertorio distinto, una música que nosotros no tocamos habitualmente, con lo que amplía nuestro repertorio, pero también nuestra manera de pensar. Esto, y espero que el público esté de acuerdo también conmigo, son cosas atractivas, que aportan un valor extra”.

Para demostrarlo, Baadsvik tendrá la oportunidad de interpretar las nuevas técnicas de interpretación que ha desarrollado durante su exitosa carrera con el Concierto para tuba de Vaughan Williams. Integrada en el grupo de obras para un instrumento solista y orquesta que compuso durante cuatro décadas, esta partitura posee grandes pasajes líricos y sofisticados, propios del estilo musical del compositor inglés, lo que  sin duda requiere una tuba segura y un especial sentido desafiante.

Este programa se articula alrededor del espíritu abierto con el que  los  compositores creaban un nuevo estilo musical. Es el caso de Respighi, un músico de formación internacional que contribuyó al renacimiento sinfónico de la música italiana de principios del siglo XX con obras como Gli uccelli. Esta suite orquestal, compuesta en 1927, se basa en música de los siglos XVI y XVII para evocar, con una imaginación libérrima, los cantos de los pájaros. Así, el preludio y «El cuco» beben de piezas de Pasquini; «La paloma», de música de Gallot; «La gallina» se inspira en una obra de Rameau y «El ruiseñor» en un tema inglés anónimo.

La tercera obra, es asimismo, sugestiva. La Sinfonía número 4 es la primera pieza cíclica de Chaikovski. Este diario emocional musical del compositor ruso, con el fatum u obsesivo tema del destino en los momentos más dramáticos y una partitura envuelta en una excitante orquestación, fue estrenado en Moscú por Nikolai Rubinstein en febrero de 1878.

Si bien combina varias influencias en un solo estilo, la música ecléctica de Chaikovski parece un reflejo de su propia vida. En concreto, la desesperación ante el destino que muestra la Sinfonía número 4 no es más que la representación de su estado de ánimo durante su matrimonio: la partitura fue iniciada en 1877, antes de su boda con Antonia Milyukova, una alumna con la que se casó por conveniencia, y fue acabada un año después de su separación.

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