Andreas Ottensamer, solista de la Filarmónica de Berlín, debuta con la Sinfónica de Tenerife con “una de las piezas más apasionantes” de Stamitz
Aunque empezó estudiando piano con solo cuatro años y luego se pasó al violonchelo, cumplidos los diez, no son estos los instrumentos con los que más ha destacado Andreas Ottensamer (Viena, 1989). Afincado en Alemania, se trata del primer clarinetista en firmar un contrato exclusivo con Deutsche Grammophon / Mercury Classics, con varios primeros premios de importantes certámenes, y ahora es principal instrumentista de la Filarmónica de Berlín. Por eso el músico debutará con la Sinfónica de Tenerife, a las órdenes de su titular, Michal Nesterowicz, el próximo viernes 4 de diciembre dentro de la temporada 2015-2016 dedicada a los instrumentos de viento como solistas. Para su estreno con la orquesta tinerfeña, interpretará el Concierto para clarinete número 7 en si bemol mayor «Darmstädter Konzert» de Carl Stamitz, “una de las piezas más personales y apasionantes” del compositor, explica.
Ottensamer no puede ocultar su emoción por tocar en Auditorio de Tenerife. “El repertorio para clarinete se subestima en general y estoy bastante seguro de que muchos oyentes se sorprenderán con la versatilidad, variedad técnica y expresividad melódica del instrumento”. Aunque no es la primera vez que lo hace, ya que en enero de 2009 fue actuó en Santa Cruz, en el marco del XXV Festival Internacional de Música de Canarias, “como un muchacho sustituto” de la Orquesta Filarmónica de Viena. “Interpretamos la Séptima sinfonía de Mahler y recuerdo lo abrumador que fue todo”. “Tengo muchas ganas de volver, esta vez como solista de la Sinfónica de Tenerife”.
Formado en los centros de estudios superiores de Viena, este descendiente de una familia de músicos austrohúngara también es alumno de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, formación que interrumpió hace seis años para ser becado en la Orquesta Academia de la Filarmónica de Berlín, asegurándose un lugar en el olimpo de la música clásica, donde ahora es clarinete solista. Así, con un origen enraizado en la tradición musical vienesa, en este concierto con la Orquesta Sinfónica de Tenerife profundizará en el universo compositivo de uno de los compositores más prolíficos de la Escuela de Mannheim, Carl Stamitz (1745- 1801) con un concierto clásico tanto en lo que respecta a la idea como a la estructura.
“Los clarinetistas están bendecidos por una larga lista de conciertos románticos para elegir –al menos en comparación con los compañeros de la sección de viento madera. Pero sin lugar a dudas el periodo clásico es el que ofrece la mayor cantidad de conciertos para clarinete. La mayoría de la gente solo piensa en el fascinante Concierto de Mozart, pero hay muchas otras grandes composiciones. Una de las figuras más importantes fue Stamitz. Escribió 11 conciertos para clarinete, de los cuales el tercero es el más famoso y el que se interpreta con más frecuencia”, asegura el músico.
Continuador de la tradición de Mannheim de un modo próximo a la escuela vienesa, con influencias italianas, Carl Stamitz es especialmente recordado por sus melodiosos conciertos para viola y clarinete, instrumento del que llegó a tener un conocimiento profundo gracias al trabajo conjunto que llevó a cabo durante sus años en París con el virtuoso clarinetista bohemio Johann Joseph Beer, escribe Tania Marrero Carballo en el programa de mano. “Hice el esfuerzo de hacer un análisis detallado de los once conciertos –indica Ottensamer– y el Séptimo, también llamado «Darmstädter Konzert», me pareció una de las piezas más personales y apasionantes”.
Esta composición exhibe una palpable consonancia entre el solista y la orquesta, de un gran refinamiento en la ejecución. “Al dar un paso hacia atrás desde toda la música abrumadoramente compleja con la que uno se enfrenta como músico de orquesta, músico de cámara y solista, y sumergirse en el mundo de Stamitz, resulta que la reconfortante escritura melódica es tanto una bendición como un gran reto”, advierte el clarinetista. Todos estos son los ingredientes que Ottensamer tiene que cocinar junto a la Sinfónica de Tenerife para lograr conquistar el paladar de la audiencia tinerfeña. “Ser capaz de dar cabida a los imprescindibles de la forma musical así como de aplicar alegría y honestidad a la propia interpretación es la clave para abordar su música”, comenta convencido.
Un músico de emoción
Que Andreas Ottensamer se haya convertido con menos de 30 años en clarinete solista de la Filarmónica de Berlín no es algo anecdótico, especialmente si le preceden su padre, Ernst Ottensamer, y su hermano mayor, Daniel Ottensamer, clarinetistas principales de la Ópera Estatal de Viena y la Filarmónica de Viena, respectivamente, y junto a los que forma el trío The Clarinotts. Sus pretensiones no coquetean con la perfección técnica sino más bien con el planteamiento de un sonido emocional. “Una interpretación musical nunca puede ser técnica. Es fundamental tener conocimiento de la estructura musical y usarlo, pero cuando se trata de dar vida a la obra tiene que ser desde la emoción y la devoción. Es importante controlar tus habilidades técnicas, pero este factor no debe ser determinante de la interpretación musical”.
Para alcanzar este compromiso afectivo con la composición, Ottensamer finalmente se ha aliado con el clarinete como compañero, instrumento que eligió tras probar con el piano y el cello, continuando así la tradición familiar, al que espera dar más visibilidad en las salas de concierto. “En realidad el clarinete no fue popular entre los compositores hasta los tiempos de Haydn, Mozart, Stamitz, etc., sobre todo debido a que no se había desarrollado su estructura técnica y su funcionalidad. Pero desde entonces una cosa llevó a la otra y el clarinete se elevó supuestamente de la oscuridad”.
En cuanto los fabricantes de instrumentos perfeccionaron “nuevas formas de mejorar la entonación y el montaje técnico”, los compositores pronto se vieron arrastrados por las “especiales y únicas características” que ofrecía el clarinete y acabaron rendidos ante su adictivo virtuosismo “listo para ser transformada en música”. Como consecuencia, empezaron a surgir brillantes figuras que levaron los delicados conciertos creados para este instrumento a salas de todo el mundo. Y Andreas Ottensamer forma parte de esa nómina de solistas por excelencia. “Hoy en día, el repertorio clásico para clarinete construye los cimientos de nuestra maestría musical”, y matiza esta como “educar a los estudiantes sobre cómo usar el flujo de aire de manera constante y controlada, con una articulación delicada pero precisa, un fraseo coherente, un enfoque técnico suave y melódico y una expresividad musical compacta”.