La Sinfónica de Tenerife estrena la obra ‘eCaos’ del compositor Emilio Coello
La Orquesta Sinfónica de Tenerife aborda este viernes el estreno absoluto de eCaos, una obra de Emilio Coello Cabrera (Granadilla de Abona, 1964). La partitura lleva como subtítulo ‘Canto al alma cósmica’ y completa la bilogía de inspiración platónica iniciada con eCosmos, también estrenada por la formación isleña en el año 2013 con motivo del centenario del Cabildo. Ambas composiciones ahondan en la teoría de la creación del universo: una alude a la estructura de la materia y la otra remite a aspectos relacionados con la condición humana. “El nombre suena un poco antagónico con lo que vamos a escuchar. Sé que todo el mundo espera algo caótico y llama la atención precisamente por eso, porque en este mundo caótico en el que vivimos siempre hay una luz que nos va a hacer sentir como somos, seres humanos con alma”, explica el compositor.
La obra del músico tinerfeño, en la que confluye la música y la literatura, es una composición para soprano y orquesta con texto de Maika Etxarri y que contará con la voz de Candelaria González Torres en esta cita en Auditorio de Tenerife. El estreno de eCosmos con la Sinfónica de Tenerife no es solo el antecedente más inmediato de este encargo de Fundación SGAE y la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS), también el fruto que se deriva de la coincidencia entre el compositor tinerfeño y la orquesta tras haber realizado, en septiembre de 2010, la adaptación de La Cantata del Mencey Loco que fue interpretada junto a Los Sabandeños bajo la dirección de Víctor Pablo Pérez, o el estreno en el año 2001 de su obra Altahay, a la batuta de Edmon Colomer y con Benito Cabrera como solista, además de la representación en 2009 de Las rosas de Hércules con Alberto Feria (bajo) y Lü Jia en la dirección. Una relación esta que cada vez se vuelve más cómplice y simbiótica.
Pregunta. eCaos es la segunda parte de la alegoría de la creación que inició con eCosmos, también estrenada por la Sinfónica de Tenerife en 2013. ¿Qué une y qué diferencia a ambas obras?
Respuesta. eCaos, que tiene como subtítulo ‘Canto al alma cósmica’, es en efecto la continuidad de una primera obra que se llamó eCosmos. Esto surge de un clásico que es el Timeo de Platón en el que habla de la creación del universo. La primera obra fue muy técnica en cuanto a contenido, pues había mucho simbolismo relacionado con los cuatro elementos básicos de la naturaleza que están representados en ella, unido a la utilización de los números primos para conseguir una pureza dentro de la textura armónica, esto es, usando solamente los sonidos de la serie física. Fue quizás una obra demasiado compleja en lo que respecta a su tratamiento. eCaos, aunque parezca contradictorio, es todo lo contrario. Una de las cosas que hace el demiurgo, ese semidiós que crea este universo, es dotarlo de alma una vez finalizado. Esta pieza versa sobre eso, sobre nuestra propia visión del alma dentro de este cosmos que tenemos. Es una pieza muy lírica, contrariamente a lo que indica su nombre, e invita a una reflexión en este mundo caótico en el que vivimos para buscar esa parte humana que todos de alguna manera poseemos.
P. La musicóloga Rosa Díaz Mayo sitúa eCaos en el eclecticismo musical del siglo XXI. ¿En qué aspectos? ¿No es otra paradoja que siendo música de hoy gire en torno a un tema universal desde la Antigüedad?
R. Creo que todos somos eclécticos por naturaleza, no solamente en la música. Al fin y al cabo, el eclecticismo es la suma de nuestro pasado con el presente, y en la música no es menos. Sé que muchas veces se relaciona el eclecticismo con la mediocridad, pero mi concepto de eclecticismo es coger lo que te guste de tu pasado, ya sea musicalmente o personalmente, e incorporarlo a tu futuro, siendo muy consciente del mundo y la sociedad en que vives. Puedo utilizar técnicas de distintas épocas y conjugarlas con las actuales. En esta obra que se va a estrenar veremos cómo hay partes muy líricas, pero también hay partes tremendamente caóticas, con mucha tensión, muy propio de lo que ha sido en muchos casos la música del siglo XX. No digo que la música del siglo XX haya sido caótica, estoy diciendo que incorpora elementos quizás más complejos. ¿Qué quiero decir con esto? Han pasado 100 años desde que Schoenberg incorporó las primeras composiciones dodecafónicas, con lo que quiero decir que llevamos 100 años de música prácticamente atonal. El siglo XXI es para mí una reflexión sobre todo lo pasado y, en mi caso, utilizo las herramientas que necesito para expresarme de la mejor manera posible. Es decir, si necesito un lirismo acorde con el siglo XVI no me importa hacerlo si esa es la forma en la que puedo expresarme, pero también se puede combinar con otros momentos de la historia de la música, incluido lo que ha dado el siglo XX. En suma, para mí la música de hoy es un cóctel de nuestro pasado porque así somos nosotros, el resultado de todo lo vivido anteriormente. Y así es eCaos que, lejos de los tecnicismos, es una obra muy espiritual, muy sincera con mi visión de la vida, del ser humano, de nuestros miedos y de nuestras alegrías.
P. ¿Qué significa para usted que eCaos se interprete en público por primera vez por la Sinfónica en el Auditorio de Tenerife con Víctor Pablo Pérez dirigiendo?
R. Significa muchas cosas. Para mí, tener el privilegio de seguir vinculado con la isla, a pesar de que no vivo aquí, no solo a través de la familia sino también de la música, es algo maravilloso. Estoy siempre muy agradecido a la Sinfónica de Tenerife y estoy siempre agradecido a Víctor Pablo [Pérez] que ha confiado desde hace algunos años en mi trabajo, y creo que es una suerte poder hacerlo incluso con la soprano Candelaria González, que me parece una de las cantantes con más versatilidad que hay en el panorama español. He tenido alguna que otra experiencia musical con ella y es una mujer que hace todo, pocas personas aquí en Canarias cantan lírico, folclórico o popular y en todos los ámbitos lo hace de forma excepcional. ¿Por qué no promocionar los valores de nuestra casa y apostar por ello? Porque al fin y al cabo estamos dando oportunidades igual que me las han dado a mí, oportunidades para crecer y para aportar lo mejor de cada uno.
P. ¿Qué espera de la orquesta?
R. Es inevitable que uno, como en muchos aspectos de la vida, tenga una visión de determinadas cosas, ya sean en el ámbito político, social, etc. En la música pasa un poco lo mismo y es difícil que se pueda reproducir tu pensamiento tal y como lo deseas. En eso los compositores sabemos que los trabajos están en manos de los intérpretes. En este caso el intérprete es Víctor Pablo [Pérez] y el instrumento la orquesta, y yo confío plenamente en su buen hacer porque lo ha demostrado durante muchísimos años. Por tanto, en ese aspecto me siento seguro, y con respecto a la orquesta, muchísimo más. Lo ideal es que el director conecte con la obra, que los músicos conecten con la obra, porque si un director se siente a gusto con un determinado trabajo y la orquesta también, eso se acaba plasmando después en la interpretación. Cuando pasa lo contrario, es difícil que salga un producto bueno. Pero si se produce esa simbiosis entre todos, es decir, composición-director-orquesta, el público va a captarlo porque hay una entrega y un disfrute por parte de todos.
P. En el caso de la orquesta y el director ¿podríamos decir que es un proceso que va más allá de la investigación de la partitura?
R. Estudiar una serie de pasajes a veces es frío. La simbiosis se produce con la suma de todo lo demás, porque al fin y al cabo lo que hacen los músicos son partes individuales cuando se establece el conjunto de todas las armonías, de todas las personalidades. La orquesta es un conjunto de personas e instrumentos que tienen su propia idiosincrasia, su propia forma de ser y de funcionar dentro de un conjunto. Y cuando eso se produce con armonía y en perfecta interacción se nota.
P. ¿Por qué la elección de la cuerda como fundamento de la orquestación del texto de Etxarri?
R. Bueno, de forma bastante generalizada, casi toda la música que se hace en la que intervienen las sopranos como solistas suele tener la cuerda bastante peso, porque siempre es un sonido muy sutil, muy delicado que hace que la voz de la cantante pueda proyectarse. Pero en este caso incorporé también la orquesta sinfónica, es decir, metales, vientos maderas, mucha percusión… con lo cual he tratado que la música tenga no solamente una dimensión mínima. Es decir, podemos conseguir desde un dúo solamente con un determinado instrumento hasta toda la orquesta en tutti, quería jugar justo con esa dimensión.
P. De eCaos se destaca que plasma la capacidad prosódica de su música. ¿Tiene sentido para usted?
R. No suelo analizar mis obras, no pienso si hago esto o si hago lo otro. Cuando he tenido que hablar sobre mis propios trabajos, me he visto obligado estudiar mis propias partituras y las miro con una perspectiva en la que me cuestiono por qué hice esto o por qué lo otro. Es como si fueran personalidades distintas, una cuando estás en esa fase de creación, abstraído, y otra cuando miras de forma retrospectiva tus trabajos. Y cuando te cuestionas por qué puse esto o lo otro no es que no estés de acuerdo, sino simplemente es como si fueras un extraño ante tu propia obra, al mismo tiempo que te sientes familiarizado con ella, evidentemente. Sí, es verdad que de la música que tengo hecha me identifico más con la palabra. Mi música está vinculada a la palabra más que a la música pura. ¿Por qué? Porque soy capaz de asumir esa empatía con el propio autor de las palabras, las hago mías. Creo que es la única manera de poder dar lo mejor de mí de la forma más honesta musicalmente. Por supuesto, elijo aquellas cosas con las que me identifico más y que me son más accesibles a ello. En definitiva, puedo dibujar mejor la música con la palabra. Y cuando la hago sin palabras, siempre tengo alguna fantasía que me ayuda a llevarla a cabo. Para mí es difícil hacer música sin tener una conexión con algo literario, ya sea un texto o una sencilla palabra a la que le das una dimensión muy amplia, o simplemente fantasías propias y humanas.
P. ¿Y cuál es la sensación que le queda al concluir una obra? Muchos literatos reconocen un gran vacío, ¿ocurre lo mismo con una composición?
R. Bueno, sensación de vacío no, es difícil describirlo. Iba a decir una sensación de libertad. Cuando estás creando una obra estás preso, estás absorto en ese estado de creación. Estás como atrapado, no piensas en otra cosa durante semanas que no sea en eso, y cuando acabas, sientes como una liberación. Entonces lo que te preocupa realmente es si tu trabajo es capaz de conectar, porque una de las cosas que sí estoy procurando hacer últimamente es buscar un lenguaje en el que yo pueda realmente comunicarme con el oyente. Pero no solamente con el oyente sino también con los intérpretes, con todos. Durante muchos años, sobre todo en mi época de estudiante y bastante después, todo se basaba en cuestiones de moda y técnicas, pero muy poco en la búsqueda de una comunicación. Decíamos “mira, si no me entiende pues es su problema, quizás no tiene la preparación para entenderlo”, y creo que ha sido un gran error. En esta vida tenemos que entendernos unos con otros y la música no es una excepción. Tenemos que buscar la forma de poder comunicarnos y yo pretendo hacerlo. Estos últimos trabajos que he hecho estoy en esa búsqueda de un lenguaje en el que realmente el vínculo con las personas que te escuchan se produzca de alguna manera. Esa es realmente la preocupación cuando acabas una obra, tratas de buscar personas que te presten sus oídos para ver qué sienten o qué perciben, aunque sea sin texto.
P. eCaos es un encargo de la Fundación SGAE y AEOS ¿Qué sería de los compositores actuales si no tuvieran encargos?
R. A veces lo más importante no es que te hagan un encargo. Por la cuestión económica sí, pero lo realmente importante es que las orquestas hagan estrenos. Que AEOS y la SGAE te den un incentivo económico es bueno, pero al margen de ellos, a los cuales estoy muy agradecido, lo importante es que las orquestas sigan apostando por la música de hoy. Sé que hacer obras con orquestas es tremendamente complicado, muy difícil, y un privilegio que no todo el mundo tiene. Son iniciativas que parten desde las propias sedes de las orquestas y que se mantengan es maravilloso.