La ‘Misa nº2 en Sol mayor’ y la ‘Sinfonía número 9’ apodada «la Grande» conforman el próximo concierto de abono
En 1925, aquejado ya de una grave enfermedad, Franz Schubert (Viena, 1797-1828) escribía: “Piensa en un hombre que nunca recobrará la salud, y cuya definitiva amargura empeora aún más las cosas. Piensa, repito, en un hombre que ve sus esperanzas rotas, para quien amor y amistad son solo tortura, y cuyo entusiasmo por la belleza se esfuma veloz, y piensa si ese hombre no es verdaderamente desdichado…”. Su vida fue corta y trágica, rodeada de pobreza, humillación y desengaño, sin embargo, tuvo una gran satisfacción, la música, nunca perdió la creatividad. A este compositor dedica la Sinfónica de Tenerife su próximo concierto de abono, el viernes 27 de marzo en el Auditorio de Tenerife Adán Martín, con su director honorario, Víctor Pablo Pérez, en el podio.
En los atriles, la formación dependiente del Cabildo tendrá la Misa nº2 en sol mayor y la Sinfonía número 9, en do mayor, «la Grande» (D. 944). Para muchos musicólogos, es controvertido ubicar la música de Schubert en el clasicismo o en el romanticismo. Paisano de Haydn, Mozart y Beethoven, sus obras, que conservan las formas clásicas, buscan mucho más el placer de la melodía y son más osadas que las de estos compositores que llevaron el estilo clásico al encumbramiento.
Schubert, que a los 17 años ya había alcanzado su madurez compositiva, es considerado el último gran representante de este periodo y uno de los primeros en expresar una subjetividad y un lirismo que hacen de él un romántico en su vasta producción musical. Dos características marcan sus obras, incluso las más prematuras: “una nueva sonoridad que se deriva especialmente del nuevo tratamiento, sensible y delicado, de los instrumentos de viento, especialmente de las maderas, y una rica armonía”*.
Descubierta por Robert Schumann en 1828 en posesión de Ferdinand Schubert (hermano del autor), la Sinfonía número 9 resume estos atributos. De hecho, «su forma y proporciones clásicas reúnen una lírica romántica, una riqueza armónica y un colorido orquestal que consitutyen un puente entre Beethoven y Bruckner«. El apodo de «la Grande» se debe a su tamaño –Schumann hablaba de su «divina longitud»– y fue estrenada en Leipzig por Mendelssohn once años después de la muerte de su autor.
La Misa nº2 es, quizás, la obra sacra más conocida del compositor. Es la más breve de las seis que compuso, originalmente para tres voces, orquesta de cuerdas y órgano, fue escrita entre los días 2 y 7 de marzo de 1815, con tan solo 18 años de edad. Su corta instrumentación fue posteriormente enriquecida (aunque no se sabe muy bien la razón) con la inclusión de trompetas y timbales en una primera revisión, y de oboes (o clarinetes) y fagotes en una segunda.
En esta interpretación (así como en la que se llevará a cabo en la Catedral de La Laguna el jueves 26), la Sinfónica de Tenerife estará acompañada por el Orfeón La Paz de La Laguna y el Coro de Voces Blancas del Conservatorio Profesional de Música de Tenerife (dirigidos por Juan Ramón Vinagre) así como por el canto de de Judith Pezoa (soprano), Fernando García-Campero (barítono) y Juan Antonio Martín Armas (tenor).
Bibliografía utilizada:
(*) Einstein, Alfred, La música en la época romántica, Alianza Música, 1986, Madrid.