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Mandolesi para web

Concierto de temporada nº 7

La obertura de La flauta mágica (K 620), una página única entre todas las del repertorio culto, será el suntuoso comienzo de este programa de temporada en el que Michal Nesterowicz se pone una vez más al frente de la Sinfónica de Tenerife. Estrenada dos meses antes de la muerte de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) la obertura, en dos movimientos –un Adagio seguido de un Allegro– anticipa las implicaciones de la ópera en conjunto, la afirmación y la confianza de un ideal masónico del compositor.

Y de un singspiel del maestro del clasicismo, al mayor compositor de ópera de su tiempo: Richard Strauss (1864-1949). Refinamiento y poética son los dos grandes adjetivos que describen el Doble concertino para clarinete y fagot*, con orquesta de cuerda y arpa, del autor alemán. En el dedicatorio a Hugo Burghauser, Strauss escribió que imaginaba una princesa –el clarinete–, aterrada por la pantomima grotesca de un oso –el fagot–, que finalmente se transforma en un príncipe encantador con el cual se pone a bailar… Aclamado como la mejor obra concertante del músico, este Duett-Concertino exige una preparación técnica del dúo de solistas, que en este concierto estará protagonizado por Pier Luigi Bernard, clarinete solista de la Sinfónica de Tenerife, y el fagot solista de la Orquesta de París, Giorgio Mandolesi.

Si en la temporada pasada los músicos de la orquesta tuvieron en atriles la Tercera Sinfonía de Ludwing van Beethoven (1770-1827), en esta ocasión será la Sinfonía número 4, en si bemol mayor (opus 60) la que suene en el Auditorio de Tenerife. Nesterowicz, que ha trabajado con el conjunto sinfónico desde 2012, entiende cómo organizar la vivacidad y sensibilidad orquestal de esta magna partitura. Está caracterizada por ciertas innovaciones que desmienten la afirmación de que sea una sinfonía menor a las que la rodean.

*Primera vez por la orquesta
FOTO OTTENSAMER recortada

Concierto de temporada nº 4

Con una melodía cinematográfica, El teniente Kijé, suite de la música para la película (opus 60), el primer encargo soviético que recibió Serguéi Prokófiev (1891-1953), abre este cuarto concierto de temporada a la batuta de Michal Nesterowicz. Esta obra, que musicó la adaptación a la gran pantalla que Feinzimmer hizo de la novela del mismo nombre de Tynianov, consta de cinco movimientos: Nacimiento de Kijé, en cuya parte central expone un melancólico tema ruso, el leitmotiv; Romanza, de carácter sentimental; El matrimonio de Kijé, una música solemne; Troika, que evoca una cabalgata; y El entierro de Kijé, una retrospectiva de lo que ya se ha oído.

Carl Stamitz (Karl Philipp Stamitz; en checo, Karel Stamic, posteriormente lo cambió por Carl) (bautizado en Mannheim, 1745- 1801), fue un compositor alemán de ascendencia parcial checa, uno de los más destacados de la segunda generación de la llamada Escuela de Mannheim fundada por su padre Johann Stamitz, además de un virtuoso intérprete de violín, viola y gamba. Con una vasta producción, fue un autor de impecable pedigrí y formación musical, continuador de la tradición de Mannheim de un modo próximo a la escuela vienesa, con influencias italianas. Si bien realizó importantes aportaciones para el repertorio de la sinfonía clásica, es especialmente recordado por sus melodiosos conciertos para viola y clarinete, algunos de los cuales están entre los mejores que hay y una gran contribución al no tan amplio repertorio para ambos instrumentos. En este concierto sonará el Concierto para clarinete número 7, en si bemol mayor, «Darmstädter Konzert», con la colaboración excepcional de Andreas Ottensamer, clarinete solista de la Filarmónica de Berlín.

La Sinfonía número 9, en mi bemol mayor (opus 70) de Dimitri Shostakovich (1906-1975) cierra este programa con la música rusa como protagonista. Escrita en un mes, se trata de la sinfonía menos popular,  más corta y más ligera de las quince que escribió. Convertida con el paso de los años en una obra de limitado alcance, a pesar de contener algunas páginas originales y frescas, su estreno (en agosto de 1945) provocó la ira de Stalin, quien esperaba encontrar una partitura apoteósica, a la manera de la Novena de Beethoven.

*Primera vez por la orquesta