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La flautista Clara Andrada debuta como solista junto a la Sinfónica de Tenerife en el próximo concierto de abono

La Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST), formación musical dependiente del Cabildo, ofrecerá el viernes [día 6] el duodécimo concierto de abono de la presente temporada y lo hará bajo la dirección de su titular Michal Nesterowicz. En esta ocasión, la flautista salmantina Clara Andrada de la Calle se estrenará junto a la Sinfónica en calidad de solista invitada. Este concierto, que tendrá lugar en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife “Adán Martín” a partir de las 20:30 horas, incluye obras de Robert Schumann, Carl Nielsen y Johannes Brahms. Leer más

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Ensueños de invierno

La Primera de Tchaikovsky se erige como un “ensueño de invierno”, comienzo de una magistral carrera sinfónica, mientras que podríamos hablar del Concierto para flauta de Reinecke como un “ensueño de otoño”, con un halo postromántico de gran sabor brahmsiano y guiños hacia el Clasicismo. Todo ello embebido de sus particulares nacionalismos, del que también se nutre La novia vendida, de Smetana.

*Primera vez por la orquesta.
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Concierto de temporada nº 12

Considerada una de las más bellas páginas orquestales de Robert Schumann (1810-1856), Genoveva, obertura (opus 81) fue compuesta en abril de 1850, antes de la puesta a punto del libreto definitivo de la ópera en cuatro actos que, paradójicamente, nunca ha logrado un hueco en los escenarios. El compositor romántico confirió a esta obra la forma de un allegro de sonata, de tiempo moderado,  en el que entremezcló con habilidad algunos temas esenciales de la ópera.

Con Clara Andrada de la Calle como solista, la Sinfónica de Tenerife se suma en este programa a la celebración del 150 aniversario del gran compositor danés Carl Nielsen (1861-1935). Y lo hace con el Concierto para flauta y orquesta, escrito en Florencia en el año 1926. Si las sinfonías del compositor escandinavo, uno de los más importantes del siglo XX, llevan un marcado mensaje de violencia y agresividad, sus obras concertantes son más sensatas, «en las que las oposiciones se resuelven siempre en la unanimidad del discurso: la orquesta y el solista llegan a un acuerdo sin reservas», comenta Tranchefort. El concierto cuenta con dos movimientos –Allegro moderato y Allegretto– en los que el solista se ejercita con soltura e intimismo.

La expresividad de Johannes Brahms (1833-1897) dará pie a Michal Nesterowicz para finalizar con una «sinfonía de otoño», tal y como a describe Claude Rostand. La Sinfónía número 4, en mi menor (opus 98) fue la última obra orquestal del autor y está considerada como la más clásica de las que escribió, especialmente en lo que respecta al aspecto formal y en cuanto al final, en forma de chacona. No hay que olvidar que Brahms, figura prominente del siglo XIX, fue probablemente el último compositor clásico –la antítesis pasada de moda de Wagner y Liszt– pero cuya naturaleza expresiva y de proporciones gigantesca era en esencia romántica. La Cuarta sinfonía posee un encanto rudo que representa el propio carácter del compositor: un humor a la vez atormentado, fogoso y a veces solitario.

*Primera vez por la orquesta