Dos obras que no solo rompieron moldes, sino que redefinieron el curso de la música y un estreno absoluto.
En El mar, Debussy convierte la orquesta en un océano vivo de colores y transparencias, abriendo la puerta a un nuevo mundo de sonoridades libres y sensuales. Con La consagración de la primavera, Stravinski lleva esa revolución aún más lejos: su brutalidad rítmica, su violencia primitiva y su energía sin concesiones cambian para siempre la percepción de la música orquestal.
A estos hitos históricos se suma el estreno de la nueva obra de Ferran Cruixent, un compositor que recoge el espíritu visionario de sus predecesores para explorar las posibilidades sonoras del siglo XXI.
Bajo la dirección de Pablo González, la Orquesta Sinfónica de Tenerife se convierte en vehículo de un viaje deslumbrante: desde el susurro del agua hasta el estallido ritual de la tierra.
